Narrar en voz alta
un relato a un niño supone una actividad de gran valor intelectual, cognitivo y
emocional, que todo padre o educador debería poner en práctica cuanto antes.
Además de todo esto, es una magnífica forma de crear complicidad y de estrechar
vínculos afectivos entre unos y otros.
Sin duda, para muchos de nosotros el ritual de nuestros padres o abuelos de
leernos un cuento es uno de
los recuerdos más entrañables de nuestra infancia.
Veamos a continuación otros beneficios de leer cuentos desde una edad temprana:
- Cuanto
antes entren los libros a formar parte de la vida de un niño, mejor. El hábito lector es
imprescindible para realizarse personal y socialmente. De ello dependerá
mucho el interés de los padres por poner libros a mano y de dar ejemplo
leyendo a su vez.
- Los
cuentos estimulan la fantasía, la sensibilidad, la memoria y la expresión.
- Ayudan
a desarrollar el
lenguaje, ampliando vocabulario, modelos expresivos
nuevos y disipando dudas de construcción gramatical, además de despertar
el intelecto, aumentando la percepción y la capacidad de comprender.
- Los
niños aprenden a escuchar con atención y a ser pacientes,
elementos primordiales para el aprendizaje.
- Los
cuentos mejoran el conocimiento
espacio-temporal (dónde y cuándo sucede, qué ocurre antes y
qué después…).
- Fomentan
la empatía o capacidad de ponerse en lugar del otro.
- Transmiten valores como la constancia, la amistad,
la modestia, la honestidad, la lealtad, etc.
- Enseñan
a identificar emociones como el miedo, el amor, la frustración, la ira, la
envidia o el deseo.
- El niño
se identifica con personajes y situaciones de las historias, lo cual le
ayuda a afrontar retos y miedos con una visión más amplia. Asimismo, le
facilita la resolución de problemas.
- Todo niño desea la atención de sus padres y pasar tiempo con ellos, y el rato de contar un cuento incrementa la comunicación y la confianza entre ambos, lo que a la larga también mejora la autoestima del pequeño.
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