lunes, 13 de octubre de 2014

La lechera - Fábulas de Esopo

En una granja de animales vivía la joven Elisa junto con sus padres. 
Una hermosa mañana de verano se despertó y vió a su madre junto 
a su cama 
-¡Felicidades, Elisa! - le dijo su madre
- Tengo una sorpresa para tí - le dijo su madre sonriendo- Espero
que hoy las vacas den mucha leche porque luego irás a venderla al 
pueblo y todo el dinero que te den por ella será para ti. Ese será mi 
regalo de cumpleaños.


¡Aquello sí que era una sorpresa! Ella que núnca había tenido dinero, 
iba a ser la dueña de todo lo que le dieran por la leche. 
¡Y por si fuera poco, parecía que las vacas se habían puesto también 
de acuerdo en felicitarla, porque aquel día daban más leche que 
nunca! 
Cuando tuvo un cántaro grande lleno hasta arriba de rica leche, la 
lechera se puso en camino. Había empezado a calcular lo que le 
darían por la leche cuando oyó un carro del que tiraba un borriquillo. 
En él iba Lucia hacia el pueblo para vender sus verduras y sus huevos. 
- ¿Quieres venir conmigo en el carro? 
- le preguntó. 
- Muchas gracias, pero no subo porque con los baches la leche puede 
salirse y hoy lo que gane será para mí. 
- ¡Fiuuu...! ¡vaya suerte! - exclamo Lucía - Seguro que ya sabes en lo
que te lo vas a gastar. 
Cuando se fue Lucía, Elisa se puso a pensar en las cosas que podría 
comprarse con aquel dinero. 
-Ya sé lo que voy a comprar: ¡una cesta llena de huevos! Esperaré a 
que salgan las pollitos, los cuidaré y alimentaré muy bien. y cuando 
crezcan se convertirán en hermosos gallos y gallinas

Elisa se imaginaba ya las gallinas crecidas y hermosas y siguió 
pensando qué haría después. 
- Entonces iré a venderlos al mercado, y con el dinero que gane 
comprará un cerdito,

le daré muy bien de comer y todo el mundo querrá comprarme el 
cerdo, así cuando lo venda, con el dinero que saque, me comprará 
una ternera que dé mucha leche.
¡Qué maravilla! Será como si todos los días fuera mi cumpleaños y 
tuviera dinero para gastar. 
Ya se imaginaba Elisa vendiendo su leche en el mercado y 
comprándose vestidos, zapatos y otras cosas. Estaba tan contenta 
con sus fantasías que tropezó, sin darse cuenta, con una rama que 
había en el suelo y el cántaro se rompió. 

- ¡Adiós a mis pollitos y a mis gallinas y a mi cerdito y a mi ternera! 
¡Adiós a mis sueños de tener una granja! No sólo he perdido la leche 
sino que el cántaro se ha roto. ¿Qué le voy a decir a mi madre? 
¡Todo esto me está bien empleado por ser tan fantasiosa y no 
fijarme en lo que estaba haciendo ahora! 

FIN



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